martes, 27 de marzo de 2012

EL LÍMITE ENTRE LA SUPERFICIE Y LO PROFUNDO. LA OBRA DE MARK ROTHKO.







Si las puertas de la percepción
quedaran depuradas
todo se habría de mostrar al hombre
tal cual es: infinito.

William Blake











El límite, dónde empieza y donde termina el color, como en un continuo que se desplaza a lo largo de todo el cuadro, solo el límite lo pone el marco, que lo separa de la pared de la que está colgado. La obra de Mark Rothko genera en el espectador una perplejidad única. La abstracción y el color se coagulan para penetrar en el espíritu. El ojo se desplaza, libre por la superficie, sin obstáculos, vibrando junto al alma, generando una sensación de libertad u opresión según el caso.

Las palabras no alcanzan solo la vista es la privilegiada, superando a los otros sentidos, que se unen en uno solo, porque el tacto, el olor, el oído y el gusto se concentran en la vista y como una caja de resonancia se condensan en el ver y otra vez el límite deja de existir y se comporta como un sin fin de experiencias que nacen y siguen viviendo.
Mark Rothko nació como Marcus Rothkowitz, en 1903, en Dvinsk, Rusia, actual Letonia, y  llegó a Estados Unidos siendo niño, huyendo de las persecuciones antisemitas de Europa, instalándose con su familia en  Portland (Oregón).
Estudió en Yale University y en 1923 Rothko se muda a New York, un año después ingresa  en la Art Students League de Nueva York, aunque siempre se consideró un pintor autodidacta,  tomo clases con Max Weber, pionero en el Modernismo en Estados Unidos, cercano a los fauves, y posteriormente influenciado por Cézanne y Matisse.
Durante los años `20 y ´30 sus búsquedas estéticas se desarrollaban dentro de la figuración, desnudos, retratos, interiores con figuras, paisajes urbanos, tanto sobre papel como sobre lienzo. Trazos ligeros y una visión cezanniana influencian sus obras. A lo largo de la década de los treinta, sus obras muestran rostros planos y sin rasgos y figuras atenuadas que se funden con el marco arquitectónico. Las formas y el color son trasladas hacia una visión interior espiritual a través de formas de la pintura expresionista, enfatizando el poder de la emoción del arte y el espíritu divino que Rothko cree inevitable en el trabajo artístico. Obras como Stree Scene (1937) o Untitle, Subway (1937) inspiradas en su exploración del metro de Nueva York, combinan figuras pastosas expresionistas con arquitecturas de colores planos que luego con el tiempo se transformaran en solo planos de color, lo que al principio solo eran elementos compositivos irán tomando preponderancia para luego independizarse, constituyendo sus obras más características.
Entre 1929 hasta 1952 ejerció como la docencia enseñando arte en algunos centros de Nueva York,  implementando un particular modo de enseñanza.
Según la generalidad de las cronologías de la obra de Mark Rothko la dividen en cinco períodos: Su formación (1921- `30); la etapa Surrealista y mitológica, donde se desarrollan dos puntos importantes: el primero, relación con el trabajo y la observación y el segundo, que la pintura está planteada en la idea que ésta transporta mensajes éticos y proféticos (1933 hasta  fines de los ´40). Multiformas (1946 – 1950) eliminando todos los elementos figurativos de sus pinturas. Periodo clásico (1950 – 1957) con los clásicos colores vibrantes. El período de Los murales (1958 – a su muerte en 1971) donde su paleta se oscurece y de los amarillos, naranjas y rojos pasa a marrones, azules oscuros y negros y la profundidad de la existencias penetra en la pintura, son los ejemplos de los murales del Seagram y de la Capilla Rothko.
Formó parte del Expresionismo Abstracto norteamericano en la década de los ´40 junto  a Robert Motherwell, Jackson Pollock, Willem De Kooning, Barnett Newman, Clyford Still, Adolph Gottlieb y Franz Kline que abandonaron  la tradición y rompieron la normativa para expresarse en otra dirección, justamente la opuesta. Rothko no compartía con sus compañeros el carácter gestual y espontáneo de su pintura. Las obras de este período tiene la influencia del nihilismo1 de Nietzsche; del inconsciente colectivo2 de Jung y de la incorporación de las técnicas  y las imágenes abstractas propias del surrealismo, que había llegado a EE.UU a través de los europeos emigrados y de artistas americanos formados en Europa. De Nietzsche tomará la idea que el arte es lo único por lo que la vida merece la pena de ser vivida, la única justificación de la existencia humana, ya que a través del arte le permite al hombre ver el carácter terrible y enigmático de su existencia, pero a la vez lo redime porque su efecto es tónico, aumenta su fuerza.
La relación entre Jung y los surrelistas se vinculan en los conceptos de las creación visionaria donde el inconsciente colectivo a través los arquetipos, residuos primarios de la memoria, emergen en los sueños, en las fantasías y en particular en las obras artísticas. Se puede relacionar a Rothko dentro esta categoría, con la que se va más allá del límite de lo que normalmente frecuentamos, con el mundo de lo desconocido “la materia o la vivencia que se torna contenido de la configuración no es conocido; su esencia es ajena, su naturaleza arcana, como si surgiera de sismas de tiempos anteriores al hombre, o de mundos de claroscuros de índole sobrehumana” 3.
La influencia de los surrealistas en los expresionistas abstractos de Nueva York fue tal que Motherwell propuso nombrar al grupo como “surrealismo abstracto”. En una carta  publicada en el New York Times 4 por Rothko y Gottlieb escribían: “para nosotros el arte es una aventura hacia un mundo desconocido…El mundo de la imaginación es la fantasía libre y se opone violentamente al sentido común”. El automatismo era el camino por el cual llegaban al inconsciente, a lo desconocido, recuperando las imágenes primitivas, arcaicas para compensar la insuficiencia y parcialidad del espíritu de tiempo. Las obras de Rothko, denominadas “Abstraccionismo mitomórfico” desarrollan los conceptos del mito griego, el lugar de lo dionisíaco y la tragedia.

A finales de los años cuarenta Rothko elimina de su pintura cualquier elemento figurativo dando paso, con sus obras de transición realizadas entre 1946 y 1949 conocidas posteriormente como Multiformas, a su enfoque basado en los colores puros en el espacio. Estas obras se caracterizan por la reducción de elementos, a dos o tres rectángulos y simetrías, dispuestos en bloques de color, separándolos de los bordes de la pintura dando la impresión de que el color local  es soporte de estas formas. Así se refiere a ellas: "no tienen relación directa con alguna experiencia particular visible, pero en ellas se reconoce el principio y la pasión de los organismos". Una y otra vez los colores cambian y se transforman son un y miles pero siempre son colores que brillan y generan luz.
A comienzos de la década de 1950 Rothko ya había alcanzado un lenguaje abstracto personal, que sometió en los siguientes veinte años a un proceso de refinamiento y simplificación. Sus obras, de gran formato, tienen la intención de lograr  un estado de intimidad, ya los campos de color son rectangulares, con una tendencia horizontal, que no guardan ninguna relación con la geometría, flotando sobre un espacio indefinido, logrando este efecto con sucesivas y finas veladuras, de óleo aplicado como acuarela, con la mínima textura. Decía en 1951: “Yo pinto cuadros muy grandes. Yo sé que, históricamente, el objetivo de los cuadros grandes es pintar algo grandioso y pomposo. Pero, si los pinto, es justamente porque quiero estar muy cerca, ser muy humano (…) Pintar un cuadro pequeño es ponerse afuera de las sensaciones (…) Cuando uno pinta cuadros grandes, (…) uno está adentro”
Durante la década del cincuenta comienza a utilizar tono oscuros -rojos, granates, marrones y negros. Una de las piezas de esta época, Sin título, de 1952–53, una pared de luz y color de enormes medidas, representa el deseo de Rothko de abarcar insospechadas dimensiones espaciales con su arte.
Rothko concebía sus obras como dramas, como la representación de una tragedia sin tiempo. Sus cuadros, a diferencias de los fauvistas o los futuristas donde el color está en movimiento y en un frenesí,  generan tensión por la quietud, un desconcierto en la calma. Generando cierta intranquilidad pero por lo opuesto. La gran intensidad espiritual, consiguen envolver al espectador con una gran fuerza emotiva, invitándole a la contemplación y la meditación. El autor Robert Rosenblum calificó su pintura como la "abstracción de lo sublime" y la relacionó con la tradición romántica de los países de la Europa nórdica, relacionándolo con Friedrich5, "buscan lo sagrado en un mundo profano" o en la obra de Turner6. La idea de lo sublime que plantea Kant esta dada por la ausencia de forma que a diferencia de lo bello, atañe a la forma del objeto, la limitación. Mientras que en lo sublime se hallará en un objeto desprovisto de forma, porque ninguna representación sensible podrá serle adecuada en lo bello es acabado, finito y mesurado, lo sublime supera toda medida. Lo sublime pone las facultades en conflicto, provocando excitación e inquietud, una mezcla de placer y displacer, atracción y rechazo. 

Para Rothko el color puro era el mejor método para expresar las emociones.  Después de los fauvistas, futuristas italianos, y los expresionistas alemanes, se lo puede vinculara con Kandisnsky. Sus teorías místicas sobre la abstracción y la ingerencia directa que ejerce el color sobre el alma, susceptible de producir emociones profundas en el espectador. Por esto dice: "No soy un pintor abstracto (…) No me interesan las relaciones del color, ni de la forma, ni nada; lo único que me importa es expresar mis emociones humanas básicas: tragedia, éxtasis, muerte. La gente que llora ante mis cuadros tiene la misma experiencia religiosa que yo cuando los pinté."

En los primeros años de la década de 1960, sustituye las tonalidades fuertes y brillantes de sus cuadros años anteriores, que producían una especie de radiación expansiva, por colores sombríos, como los morados, grises, verdes oscuros, marrones. Rothko busca una introspección más profunda consiguiendo así obras más herméticas, todavía más sobrecogedoras. Despliega su idea del arte como un modo de comunicación, convertido por el entorno de su época,  a su pesar,   en uno de los pintores más cotizados,  siempre  combativo y escéptico  diría desde sus textos: “No soy un místico. Tal vez soy un profeta. Pero no profetizo las desgracias por venir, sino que pinto las que ya están aquí” “En vez de ensayar respuestas a interrogantes que no deberían ser contestados me gustaría encontrar un modo de señalar esas circunstancias reales de mi vida de las que surgen mis cuadros y hacia las que debería regresar”, escribió en 1954.
Los Murales del Seagram son el quiebre de Rothko con la institución arte. En 1958 recibe el encargo para decorar las paredes del restauran del Four Season instalado en el Edificio Seagram de Park Avenue en New York. Después de un año exhaustivo trabajo y de un viaje a con su familia a Europa, Rothko va a cenar con su esposa a dicho restauran. Al vivenciar la situación de los comensales, sentados en el lujoso hotel y pagando precios elevadísimos por los platos gourmet que allí se servían, Rothko se plantea el lugar que sus obras iban a ocupar allí.  Su reflexión sobre el lugar que arte desempeñarían en ese sitio no lo conformaron, pensando que nadie iba a mirar las obras porque estarían ocupándose de otros asuntos, renuncia a encargo devolviendo la cuantiosa suma de dinero que se le había pagado. En sus palabras "Pretendo eliminar cualquier obstáculo entre el pintor y la idea, entre la idea y el observador. Un cuadro vive por compañerismo y se expande y aviva a los ojos del observador sensible. Muere por la misma razón. Es, por tanto, un acto peligroso e insensible el exponerlo al mundo."  Las obras fueros separadas y actualmente se  encuentran el la Tate Gallery en Londres, en el Kawamura Memorial Museum en Japón, en la National Gallery of Art en Washington DC y en la colección de sus descendientes. Este acto por un lado lo llevo a aprietos económicos pero por otro lo elevo a un nivel de notoriedad que le permitió realizar innumerables muestras y llevó a que se realizaran pujas entre museos y coleccionistas por su trabajo.
Realizó otras series de trabajos murales como los de Harvard University Art Museums en 1962  pero 1965, recibe el encargo de Jonh y Dominique de Meniel, magnates de la industria petrolera de Texas, para realizar una serie de murales para un edificio en la St. Thomas Catholic University en Houston, Texas. Rothko realiza para la Capilla Rothko 14 pinturas monocromas de largo formato, en tres trípticos y cinco trabajos individuales. Negras, profundas y penetrantes, las obras son terminadas en 1967. La Capilla Rothko es un edificio que no tiene relación con ninguna religión, es una “capilla” para el hombre, donde  la espiritualidad convive para todos. Esta obra como obra total alcanza un grado de introspección tal que el espectador entra en un universo de quietud, sumergiéndose en una atmósfera de meditativa contemplación y de temor reverente. Lo sublime entre en juego generando una experiencia única entre la calma y el temor, produciéndose una verdadera experiencia estética.
Tras sufrir un aneurisma en 1968, el artista tuvo que abandonar el gran formato en favor de la pequeña escala y utilizar el acrílico sobre papel. A partir de este momento trabajó intensamente tanto sobre papel como sobre lienzo, incluso cuando retomó formatos más grandes en 1969.

A partir de 1969 y 1970 produjo una serie de obras en  marrón, negro y gris, dividiendo la composición horizontalmente y enmarcándola con un borde  blanco, que generó enmascarando los bordes del papel o de la lona con cinta que luego descartó. La serenidad de la zona oscura se contrapone a la turbulencia de las marcas del pincel de la  sección gris. El borde agudamente definido establece una interacción compleja entre la obra  y el espectador, que es, a la vez,  atraído mediante la sensualidad de la textura, pero a la vez mantenido a distancia, por el marco rígido.

Las pinturas de negro sobre gris, que inicia un año antes de suicidarse en 1970, aislado de su familia, vivió solo en su taller de Nueva York, los últimos meses de su vida. La creencia de Rothko de que su obra expresaba una tragedia, denominadas por el mismo artista como Sin título, estas pinturas son, al mismo tiempo, comienzo y punto de inflexión en su carrera. Entre los mundos interior y exterior, la obra de Rothko rebasó los límites: de la obra, del espectador y del arte, abriendo una puerta hacia otra dimensión espiritual “Esta realidad es un infinito que está más allá de toda comprensión y, sin embargo, puede ser percibida directamente, y desde cierto punto de vista, de modo total. Es una trascendencia que permanece en un orden distinto al humano y que, sin embargo puede estar presente en nosotros como una inmanencia sentida, como una participación experimentada.”7






Bibliografía

* BAAL-TESHUVA, Jacob. Mark Rothko. 1903-1970. Pintures as drama. Köln: Taschen, 2009.
* JUNG, Carl. “Psicología y Poesía” en Obras completas, vol 15. Madrid: Trotta, 1999.
* HUXLEY, Aldous. Las puertas de la percepción. Buenos Aires: Debolsillo, 2007.
* OLIVERAS, Elena. Estética. La cuestión del arte. Buenos Aires: Ariel, 2005.
* VVAA.Art of this entury The Guggenheim Museum and its collection. Guggenheim Museum Publication. New York .1997.


1 Según Heidegger: “La esencia del nihilismo es la historia en la cual del ser ya no queda más nada”
2 Una dimensión mayor al inconsciente en la psiquis humana, ubicados en la capa más profunda de la psiquis, que se manifiesta a través de motivos de naturaleza mitológica y simbolismos a los que Jung denomina arquetipos: residuos primarios de la memoria, comunes a todos los individuos y localizados en el inconsciente colectivo.
3 Jung, Carl. “Psicología y Poesía” en Obras completas, vol 15. Madrid, Trotta, 1999. Pág.  83
4 El 6 de junio de 1943.
5 Caspar David Friedrich (1774-1840) Alemán.
6 Joseph Mallord William Turner (1775-1851) Ingles.
7 Huxley, Aldous. Las puertas de la percepción. Buenos Aires: Debolsillo, 2007. Pág.92.








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