Made
in Lanús
De Nelly Fernández Tiscornia.
Teatro Porteño. Av. Corrientes 1630,
CABA; Jueves 21:00 hs.
Dirección:
Walter Pereyra Ramos.
Asistente
de dirección: Mariela Jerez.
Escenografía: Gabriel Sá.
Sin necesitar nada más
que esto, Yoli (Silvia Hidalgo) y el Negro (Carlos Simón) parecen
llevar una vida feliz en su pequeño patio, de su pequeña casa, del barrio de
Lanús, en la zona sur del Gran Buenos Aires. Osvaldo (Jorge Cáceres) y
Mabel (Flavia Vitale), los
estudiantes “progre” de medicina de la Universidad se vieron obligados a exiliarse a
Estados Unidos a raíz de la última dictadura hace poco más de diez años y por
fin ahora, por vez primera, regresan de visita a la Argentina. Los
primeros “la lucharon” siempre, “poniendo el lomo” y “laburando”. Los segundos,
remontaron del “nos fueron” y construyeron su familia y buena carrera
profesional en tierra extranjera. Mientras los unos se reencuentran al terminar
la jornada laboral para tomar unos matecitos; los otros se deleitan recorriendo
museos, congresos y conferencias de médicos psiquiatras prestigiosos alrededor
del mundo. Es que esto es Made in Lanús:
tan solo una panorámica de dos estilos de vida antagónicos; tan solo la
representación de dos matrimonios con experiencias personales distintas que han
edificado un camino particular acorde a dichas vivencias; tan solo una postal
que relata las diferencias entre ser el extranjero recién llegado que paga
derecho de piso y entre el jugar de local; tan solo una mise en scène de la percepción individual de un mismo hecho; tan
solo una referencia histórica de un acontecimiento tan fundamental como el del
proceso militar. No, de ninguna manera es tan
solo esto.
Muchas veces afirmamos
algo con cierta seguridad, sobrados por tal estado de la cuestión. Lo que no
sabemos tan abiertamente, es que por debajo de tales representaciones de
confianza hacia lo conocido -alguna vez asociadas al llamado sentimiento de
seguridad ontológica-, también se halla un conjunto de defensas, mecanismos e
imágenes que funcionan como sustitutos de la realidad objetiva. El quid de nuestra obra posiblemente tenga
que ver con este enjambre de fantasías, miedos y sueños; con los imaginarios y
los mitos urbanos; con las cosas que se dicen y las que se dejan de decir.
Nuestros personajes, bien diferenciados y caracterizados ellos, deambulan y se entretejen junto a este sinfín
de presupuestos dados como evidentes. Solo aquel que ha visitado al menos una
pequeña parcela de otro microcosmos diferente al propio, tal vez pueda
comprender la profundidad de ella. Para ser claros, ¿quién de nosotros alguna
vez no se ha jactado de afirmar que está “bien así”? Yoli, por ejemplo, lo afirma a rajatabla; el Negro dubitativo,
no se atreve a asegurarlo definitivamente, pero continúa reproduciendo el
esquema establecido; Osvaldo no está de acuerdo con tal respuesta determinante,
pero puede llegar a dejarse vencer por la nostalgia de un pasado idílico
anclado en momentos marcados por el gusto por “el dulce de leche” y “la doña
vecina de enfrente”; Mabel pregona expresamente por la posibilidad humana de
mejorar y perfeccionarse independientemente del lugar de nacimiento. Nuestros
cuatro personajes, superficialmente tironeados entre el ir y el venir, entre la
propia tierra y la ajena, probablemente encarnen polos en pugna de la
conciencia: la lucha interna típica entre
lo conocido y lo desconocido. Lo ya visto
produce ilusión de conformidad; lo otro,
mucha incertidumbre. Ni por esencia
propia de dichos supuestos, ni por costumbre familiar o herencia social… Made in Lanús resulta ser una grata invitación
a la problematización de los prejuicios construidos, de las frases erigidas y
repetidas sin mediación reflexiva alguna, de los conceptos simplemente dados
por sentado por el hecho de ser lo que
son. Ante tal bruma de puntos de vista diversos y en lucha, de creencias
sin prueba fehaciente de que allá
siempre serás “el extranjero”, de suposiciones tomadas por verdades absolutas y
no por inclinaciones subjetivas y por tanto, todas ellas relativas y
relativizables; quizás, querido espectador, no nos quede otra que sostenernos emocionalmente de alguna otra de las
cuestiones de este gran embrollo abstracto de imaginarios colectivos encarnados
en cada uno de los corrientes individuos materiales y mortales que somos:
Osvaldo suspira en una momento clave de la obra “me estoy buscando”. Definitivamente quizá, entonces sí, se aloje
allí, una clave de resolución.
Jessica Guarrina
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