martes, 17 de julio de 2012

ARTEXTO TEATRO : LOS COMICOS PEREGRINOS



                              Grupo Teatral El Abrojo

Los cómicos peregrinos
                                       De Adriana Tursi.


Teatro del ArteFacto. Sarandí 760, CABA; Domingos 19:00 hs.
Dirección: Laura Montes de Oca.
Asistente de dirección: Federico Bramati.
Escenografía y vestuario: Mónica Lazatti.
Música: Sebastián Zanetto.
Iluminación: Mariano Retorta.
Actúan: Nerio Tello, María Nuñez Casal, Luciana Bava, Luisina Fernández Scotto, Hugo Mouján, Natalia Villar, Laura Montes de Oca y Facundo Adamo.



Hay veces en que el trabajo de interpretación del actor me conmueve por demás. Ésta fue una de ellas. No solo la dramaturgia, el texto, ha superado mis expectativas; también lo ha hecho la labor, a la vez individual y colectiva, de cada uno de los actores. Los cómicos peregrinos es una obra que recrea el modo de representación teatral de los Misterios durante la Edad Media. Así, fundamentalmente entre los siglos XI a XV, la narración netamente religiosa de los llamados Misterios se desarrollaba en los espacios públicos a cielo abierto de la ciudad, preexistentes a la obra (plazas o espacios circulares especialmente acondicionados para ella). No tenía cabida la idea moderna del teatro a la italiana, de separación entre realidad y ficción y de separación entre actores y espectadores: las diferentes escenas tenían lugar al mismo tiempo a modo de interpretación simultánea y bajo la égida del uso simbólico del espacio (SURGERS, 2005: 48-58)[1]. En nuestra obra, si bien el espectador mantiene el rol tradicional, nos vimos obligados a ingresar a la sala atravesando el espacio escénico hasta llegar a las butacas. Por ese momento, sentí que yo también estaba siendo incluida en el plan general del Misterio. De todos modos, no fue eso lo que más me ha impactado. Posiblemente una de las cuestiones que ha de esperarse cuando se va al teatro es que alguna figura destaque, brille y acapare toda la atención del espectador. Afortunadamente, esta obra me ha desterrado de tal mito que yo, y tantos otros, solemos creer. No cabe duda que todos nuestros actores han comprendido el significado de una escenografía polifónica como se llevaba a cabo en la época cristiana. En este sentido, todos somos consientes de la convención ficcional entre actor que actúa un papel para su observador externo, y tal espectador que constituye, a la vez, al actor como extraído de la realidad cotidiana. Sin embrago, por un momento, pensé que me trasladaba fugazmente a esa era fantástica de la historia del teatro universal. Ni mera referencia histórica, ni trabajo de documentación; nuestra obra constituye una pieza compleja con todas las letras. Sin dar referencias explícitas, todavía siguen existiendo teóricos del teatro preguntándose a si mismos si es posible pensar en una antropología del actor, una disciplina que vincule no solo una lingüística y una semiología, sino también un área que se cuestione acerca del vinculo concreto entre actor, persona real y persona imaginaria, y su cuerpo, soporte material de la interpretación. Los cómicos peregrinos se posiciona como ejemplo verdadero de la posibilidad positiva de esta postura: el cuerpo-así como el aparato vocal del actor- ha logrado cobrar centralidad en esta puesta, ha echado raíces firmes sin titubeo alguno, se ha plantado y desplazado por todo el escenario de manera precisa y en conjunto. No hubo confusiones, no hubo enredos; no existió  primacía de un personaje por sobre el otro. En oposición a la discutida idea de genio creador, desplegada ésta a lo largo de la historia del arte desde los confines del Renacimiento; aquí todo ha fluido a la manera de la impersonalidad medieval. No solo el contenido de la obra refiere a un grupo de cómicos viajantes que, debido a circunstancias, se detienen a ensayar su función. Tampoco, nuestra obra puede caracterizarse solamente por la exquisitez del fenómeno del teatro dentro del teatro. No fue tan solo eso. La tónica medieval se ha percibido en el modo de trabajo en conjunto entre los actores participantes, director y espacio escénico. Si tuviera que elegir entre algo de todo lo que he dicho, probablemente tendría que inclinarme por esta característica. No otra. Queridos espectadores, reflexionemos acerca de la labor colectiva en cada uno de nuestros pequeños ámbitos de la praxis vital social… ¿quién no ha soñado alguna vez habitar  una sociedad maravillosamente orquestada, con roles elegidos y no impuestos; con caminos de vida, metáfora de rutas de peregrinaje medievales, no manipulados mecánicamente por las circunstancias; con plena autoconciencia del cuerpo como instrumento para transmitir significado, con…?

Jessica Guarrina


[1] SURGERS, Anne (2005). Escenografías del teatro Occidental. Buenos Aires: ediciones Artes del Sur.

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