viernes, 17 de junio de 2011

¿Te animarías a hacer el ridículo?
Espejos circulares.
Circle mirror transformation.
De Annie Baker.
Por Jesica Guarrina
Paseo La Plaza, Av. Corrientes 1660, CABA; Miércoles a Domingo 20:30 hs.
Versión: Fernando Masllorens y Federico González del Pino.
Dirección: Javier Daulte.
Asistente de dirección: Laura Brangeri.
Escenografía: Alicia Leloutre
Iluminación: Eli Sirlin.
En un momento específico de la clase de teatro, Susi (Soledad Silveyra) logra pronunciar las precisas palabras de “hagámonos como espejos”. Frase ésta, extraordinariamente exacta si las hay. Porque nacemos históricamente condicionados ante prerrogativas culturales que nosotros mismos hemos creado. Porque la praxis vital se constituye como un conjunto contingente e infinito de esferas de actividad humana que, a su vez, nos conforma como seres sociales. Porque existimos única e indefectiblemente a través del establecimiento mediato o inmediato de vínculos con otros.
El catártico y terapéutico universo de entramados de relaciones sociales de Daulte, transita por la finísima línea que separa la ficción de la realidad. Como enormes bagages y compendios enciclopédicos de inconsciente colectivo, este conocido binomio de conceptos se ha desarrollado desde la noche de los tiempos: desde que siempre hemos sido sociales. Las historias personales de cada uno de los personajes se van desenrollando, desenredando; se van develando poco a poco, pero a paso firme y seguro, durante ese curso de teatro de seis clases semanales. El miedo compulsivo a la soledad de Teresa (Andrea Pietra); el anhelo desesperado de felicidad de Shultz (Jorge Suárez); la exigencia desmedida de Laurita por ganarse un rol profesional, su rol social (Victoria Almeida); la dificultad expresiva de Jorge (Boy Olmi) en la aventura cotidiana de aprender a dar y recibir amor; el trauma enterrado de Susi en el más recóndito de los armarios bajo llave de su mente. Todos nuestros personajes, en sus particularidades universalizables, en sus generalidades singulares, todos ellos; se piensan grupalmente, se conocen, se interconectan física, mental y energéticamente, se interpenetran permanentemente sin ser conscientes todo el tiempo de ello. Tal como nosotros también lo hacemos. Relaciones amorosas no cerradas, abusos de toda índole, dialécticas de amo y esclavo, frustraciones autoimpuestas antes de que éstas en verdad ocurran. ¿Cuánto mío hay en el otro? ¿Cuánto de ese otro hay en mi?
Que terrible suena, ¿no? Aún así, nuestra obra se desenvuelve con un estilo humorístico muy particular. Pero, si pudiéramos entender que ese otro está constituido culturalmente como tal; si supiéramos comprender que la carga angustiosa de la “infelicidad” cobra existencia no por esencia propia, sino puesto que la construimos conceptualmente de esa manera…Espejos circulares nos devuelve la imagen más temida que producimos artificialmente como género humano. Quizás también, las imágenes más amadas. Pero absolutamente todas ellas, no dejan de manifestarse en la puesta en acto de fragmentos de ese mundo material e inagotable de signos espesos y mágicos símbolos, de ese imaginario de vida y muertes periódicas. Y entre medio de pequeños apagones acertados y un logrado desplazamiento por todo el espacio escénico; la historia de muchas vidas, la de nuestros personajes, arquetipos sintetizadores de historias -aparentemente tan triviales como la nuestras- pero posibles de ser vividas; se narran y se entretejen, se esclarecen a la par que pretenden ocultarse, se delinean, emergen a la superficie y alcanzan puntos culmines: historias verdaderas, más que teatrales, capaces de generar emoción profunda… todo esto, mediante simples ejercicios dramáticos deingenuas clases de teatro.

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