Si las puertas de la percepción
quedaran depuradas
todo se habría de mostrar al hombre
tal cual es: infinito.
William Blake
El límite, dónde empieza y donde termina el color, como
en un continuo que se desplaza a lo largo de todo el cuadro, solo el límite lo
pone el marco, que lo separa de la pared de la que está colgado. La obra de
Mark Rothko genera en el espectador una perplejidad única. La abstracción y el
color se coagulan para penetrar en el espíritu. El ojo se desplaza, libre por
la superficie, sin obstáculos, vibrando junto al alma, generando una sensación
de libertad u opresión según el caso.
Las palabras no alcanzan solo la vista es la
privilegiada, superando a los otros sentidos, que se unen en uno solo, porque
el tacto, el olor, el oído y el gusto se concentran en la vista y como una caja
de resonancia se condensan en el ver y otra vez el límite deja de existir y se
comporta como un sin fin de experiencias que nacen y siguen viviendo.
Mark Rothko nació como Marcus Rothkowitz, en 1903, en
Dvinsk, Rusia, actual Letonia, y
llegó a Estados Unidos siendo niño, huyendo de las persecuciones
antisemitas de Europa, instalándose con su familia en Portland (Oregón).
Estudió en Yale University y en 1923 Rothko se muda a New
York, un año después ingresa en la
Art Students League de Nueva York, aunque siempre se consideró un pintor
autodidacta, tomo clases con Max
Weber, pionero en el Modernismo en Estados Unidos, cercano a los fauves, y
posteriormente influenciado por Cézanne y Matisse.
Durante los años `20 y ´30 sus búsquedas estéticas se
desarrollaban dentro de la figuración, desnudos, retratos, interiores con
figuras, paisajes urbanos, tanto sobre papel como sobre lienzo. Trazos ligeros
y una visión cezanniana influencian sus obras. A lo largo de la década de los
treinta, sus obras muestran rostros planos y sin rasgos y figuras atenuadas que
se funden con el marco arquitectónico. Las formas y el color son trasladas
hacia una visión interior espiritual a través de formas de la pintura
expresionista, enfatizando el poder de la emoción del arte y el espíritu divino
que Rothko cree inevitable en el trabajo artístico. Obras como Stree Scene
(1937) o Untitle, Subway (1937) inspiradas en su exploración del metro de Nueva
York, combinan figuras pastosas expresionistas con arquitecturas de colores
planos que luego con el tiempo se transformaran en solo planos de color, lo que
al principio solo eran elementos compositivos irán tomando preponderancia para
luego independizarse, constituyendo sus obras más características.
Entre 1929 hasta 1952 ejerció como la docencia enseñando
arte en algunos centros de Nueva York, implementando un particular modo
de enseñanza.
Según la generalidad de las cronologías de la obra de
Mark Rothko la dividen en cinco períodos: Su formación (1921- `30); la etapa
Surrealista y mitológica, donde se desarrollan dos puntos importantes: el
primero, relación con el trabajo y la observación y el segundo, que la pintura
está planteada en la idea que ésta transporta mensajes éticos y proféticos
(1933 hasta fines de los ´40).
Multiformas (1946 – 1950) eliminando todos los elementos figurativos de sus
pinturas. Periodo clásico (1950 – 1957) con los clásicos colores vibrantes. El
período de Los murales (1958 – a su muerte en 1971) donde su paleta se oscurece
y de los amarillos, naranjas y rojos pasa a marrones, azules oscuros y negros y
la profundidad de la existencias penetra en la pintura, son los ejemplos de los
murales del Seagram y de la Capilla Rothko.
Formó parte del Expresionismo Abstracto norteamericano en
la década de los ´40 junto a Robert Motherwell, Jackson Pollock, Willem
De Kooning, Barnett Newman, Clyford Still, Adolph Gottlieb y Franz Kline que
abandonaron la tradición y rompieron la normativa para expresarse en otra
dirección, justamente la opuesta. Rothko no compartía con sus compañeros el
carácter gestual y espontáneo de su pintura. Las obras de este período tiene la
influencia del nihilismo1 de Nietzsche; del inconsciente colectivo2 de Jung y
de la incorporación de las técnicas
y las imágenes abstractas propias del surrealismo, que había llegado a
EE.UU a través de los europeos emigrados y de artistas americanos formados en
Europa. De Nietzsche tomará la idea que el arte es lo único por lo que la vida
merece la pena de ser vivida, la única justificación de la existencia humana,
ya que a través del arte le permite al hombre ver el carácter terrible y
enigmático de su existencia, pero a la vez lo redime porque su efecto es
tónico, aumenta su fuerza.
La relación entre Jung y los surrelistas se vinculan en
los conceptos de las creación visionaria donde el inconsciente colectivo a
través los arquetipos, residuos primarios de la memoria, emergen en los sueños,
en las fantasías y en particular en las obras artísticas. Se puede relacionar a
Rothko dentro esta categoría, con la que se va más allá del límite de lo que
normalmente frecuentamos, con el mundo de lo desconocido “la materia o la
vivencia que se torna contenido de la configuración no es conocido; su esencia
es ajena, su naturaleza arcana, como si surgiera de sismas de tiempos
anteriores al hombre, o de mundos de claroscuros de índole sobrehumana” 3.
La influencia de los surrealistas en los expresionistas
abstractos de Nueva York fue tal que Motherwell propuso nombrar al grupo como
“surrealismo abstracto”. En una carta
publicada en el New York Times 4 por Rothko y Gottlieb escribían: “para
nosotros el arte es una aventura hacia un mundo desconocido…El mundo de la
imaginación es la fantasía libre y se opone violentamente al sentido común”. El
automatismo era el camino por el cual llegaban al inconsciente, a lo
desconocido, recuperando las imágenes primitivas, arcaicas para compensar la
insuficiencia y parcialidad del espíritu de tiempo. Las obras de Rothko,
denominadas “Abstraccionismo mitomórfico” desarrollan los conceptos del mito
griego, el lugar de lo dionisíaco y la tragedia.
A finales de los años cuarenta Rothko elimina de su
pintura cualquier elemento figurativo dando paso, con sus obras de transición
realizadas entre 1946 y 1949 conocidas posteriormente como Multiformas, a su
enfoque basado en los colores puros en el espacio. Estas obras se caracterizan
por la reducción de elementos, a dos o tres rectángulos y simetrías, dispuestos
en bloques de color, separándolos de los bordes de la pintura dando la
impresión de que el color local es
soporte de estas formas. Así se refiere a ellas: "no tienen relación directa
con alguna experiencia particular visible, pero en ellas se reconoce el
principio y la pasión de los organismos". Una y otra vez los colores
cambian y se transforman son un y miles pero siempre son colores que brillan y
generan luz.
A comienzos de la década de 1950 Rothko ya había
alcanzado un lenguaje abstracto personal, que sometió en los siguientes veinte
años a un proceso de refinamiento y simplificación. Sus obras, de gran formato,
tienen la intención de lograr un estado de intimidad, ya los campos de
color son rectangulares, con una tendencia horizontal, que no guardan ninguna
relación con la geometría, flotando sobre un espacio indefinido, logrando este
efecto con sucesivas y finas veladuras, de óleo aplicado como acuarela, con la
mínima textura. Decía en 1951: “Yo pinto cuadros muy grandes. Yo sé que,
históricamente, el objetivo de los cuadros grandes es pintar algo grandioso y
pomposo. Pero, si los pinto, es justamente porque quiero estar muy cerca, ser
muy humano (…) Pintar un cuadro pequeño es ponerse afuera de las sensaciones
(…) Cuando uno pinta cuadros grandes, (…) uno está adentro”
Durante la década del cincuenta comienza a utilizar tono
oscuros -rojos, granates, marrones y negros. Una de las piezas de esta época,
Sin título, de 1952–53, una pared de luz y color de enormes medidas, representa
el deseo de Rothko de abarcar insospechadas dimensiones espaciales con su arte.
Rothko concebía sus obras como dramas, como la
representación de una tragedia sin tiempo. Sus cuadros, a diferencias de los
fauvistas o los futuristas donde el color está en movimiento y en un
frenesí, generan tensión por la
quietud, un desconcierto en la calma. Generando cierta intranquilidad pero por
lo opuesto. La gran intensidad espiritual, consiguen envolver al espectador con
una gran fuerza emotiva, invitándole a la contemplación y la meditación. El
autor Robert Rosenblum calificó su pintura como la "abstracción de lo
sublime" y la relacionó con la tradición romántica de los países de la
Europa nórdica, relacionándolo con Friedrich5, "buscan lo sagrado en un
mundo profano" o en la obra de Turner6. La idea de lo sublime que plantea
Kant esta dada por la ausencia de forma que a diferencia de lo bello, atañe a
la forma del objeto, la limitación. Mientras que en lo sublime se hallará en un
objeto desprovisto de forma, porque ninguna representación sensible podrá serle
adecuada en lo bello es acabado, finito y mesurado, lo sublime supera toda
medida. Lo sublime pone las facultades en conflicto, provocando excitación e
inquietud, una mezcla de placer y displacer, atracción y rechazo.
Para Rothko el color puro era el mejor método para
expresar las emociones. Después de
los fauvistas, futuristas italianos, y los expresionistas alemanes, se lo puede
vinculara con Kandisnsky. Sus teorías místicas sobre la abstracción y la ingerencia
directa que ejerce el color sobre el alma, susceptible de producir emociones
profundas en el espectador. Por esto dice: "No soy un pintor abstracto (…)
No me interesan las relaciones del color, ni de la forma, ni nada; lo único que
me importa es expresar mis emociones humanas básicas: tragedia, éxtasis,
muerte. La gente que llora ante mis cuadros tiene la misma experiencia
religiosa que yo cuando los pinté."
En los primeros años de la década de 1960, sustituye las
tonalidades fuertes y brillantes de sus cuadros años anteriores, que producían
una especie de radiación expansiva, por colores sombríos, como los morados,
grises, verdes oscuros, marrones. Rothko busca una introspección más profunda
consiguiendo así obras más herméticas, todavía más sobrecogedoras. Despliega su
idea del arte como un modo de comunicación, convertido por el entorno de su
época, a su pesar, en uno de los pintores más
cotizados, siempre combativo y escéptico diría desde sus
textos: “No soy un místico. Tal vez soy un profeta. Pero no profetizo las
desgracias por venir, sino que pinto las que ya están aquí” “En vez de ensayar
respuestas a interrogantes que no deberían ser contestados me gustaría
encontrar un modo de señalar esas circunstancias reales de mi vida de las que surgen
mis cuadros y hacia las que debería regresar”, escribió en 1954.
Los Murales del Seagram son el quiebre de Rothko con la
institución arte. En 1958 recibe el encargo para decorar las paredes del
restauran del Four Season instalado en el Edificio Seagram de Park Avenue en
New York. Después de un año exhaustivo trabajo y de un viaje a con su familia a
Europa, Rothko va a cenar con su esposa a dicho restauran. Al vivenciar la
situación de los comensales, sentados en el lujoso hotel y pagando precios elevadísimos
por los platos gourmet que allí se servían, Rothko se plantea el lugar que sus
obras iban a ocupar allí. Su
reflexión sobre el lugar que arte desempeñarían en ese sitio no lo conformaron,
pensando que nadie iba a mirar las obras porque estarían ocupándose de otros
asuntos, renuncia a encargo devolviendo la cuantiosa suma de dinero que se le
había pagado. En sus palabras "Pretendo eliminar cualquier obstáculo entre
el pintor y la idea, entre la idea y el observador. Un cuadro vive por compañerismo
y se expande y aviva a los ojos del observador sensible. Muere por la misma
razón. Es, por tanto, un acto peligroso e insensible el exponerlo al
mundo." Las obras fueros
separadas y actualmente se
encuentran el la Tate Gallery en Londres, en el Kawamura Memorial Museum
en Japón, en la National Gallery of Art en Washington DC y en la colección de
sus descendientes. Este acto por un lado lo llevo a aprietos económicos pero
por otro lo elevo a un nivel de notoriedad que le permitió realizar
innumerables muestras y llevó a que se realizaran pujas entre museos y
coleccionistas por su trabajo.
Realizó otras series de trabajos murales como los de
Harvard University Art Museums en 1962
pero 1965, recibe el encargo de Jonh y Dominique de Meniel, magnates de
la industria petrolera de Texas, para realizar una serie de murales para un
edificio en la St. Thomas Catholic University en Houston, Texas. Rothko realiza
para la Capilla Rothko 14 pinturas monocromas de largo formato, en tres
trípticos y cinco trabajos individuales. Negras, profundas y penetrantes, las
obras son terminadas en 1967. La Capilla Rothko es un edificio que no tiene
relación con ninguna religión, es una “capilla” para el hombre, donde la espiritualidad convive para todos.
Esta obra como obra total alcanza un grado de introspección tal que el
espectador entra en un universo de quietud, sumergiéndose en una atmósfera de
meditativa contemplación y de temor reverente. Lo sublime entre en juego
generando una experiencia única entre la calma y el temor, produciéndose una
verdadera experiencia estética.
Tras sufrir un aneurisma en 1968, el artista tuvo que
abandonar el gran formato en favor de la pequeña escala y utilizar el acrílico
sobre papel. A partir de este momento trabajó intensamente tanto sobre papel
como sobre lienzo, incluso cuando retomó formatos más grandes en 1969.
A partir de 1969 y 1970 produjo una serie de obras
en marrón, negro y gris, dividiendo la composición horizontalmente y
enmarcándola con un borde blanco, que generó enmascarando los bordes del
papel o de la lona con cinta que luego descartó. La serenidad de la zona oscura
se contrapone a la turbulencia de las marcas del pincel de la sección
gris. El borde agudamente definido establece una interacción compleja entre la
obra y el espectador, que es, a la vez, atraído mediante la
sensualidad de la textura, pero a la vez mantenido a distancia, por el marco
rígido.
Las pinturas de negro sobre gris, que inicia un año antes
de suicidarse en 1970, aislado de su familia, vivió solo en su taller de Nueva
York, los últimos meses de su vida. La creencia de Rothko de que su obra
expresaba una tragedia, denominadas por el mismo artista como Sin título, estas
pinturas son, al mismo tiempo, comienzo y punto de inflexión en su carrera.
Entre los mundos interior y exterior, la obra de Rothko rebasó los límites: de
la obra, del espectador y del arte, abriendo una puerta hacia otra dimensión
espiritual “Esta realidad es un infinito que está más allá de toda comprensión
y, sin embargo, puede ser percibida directamente, y desde cierto punto de
vista, de modo total. Es una trascendencia que permanece en un orden distinto
al humano y que, sin embargo puede estar presente en nosotros como una
inmanencia sentida, como una participación experimentada.”7
Bibliografía
* BAAL-TESHUVA, Jacob. Mark Rothko. 1903-1970. Pintures
as drama. Köln: Taschen, 2009.
* JUNG, Carl. “Psicología y Poesía” en Obras completas,
vol 15. Madrid: Trotta, 1999.
* HUXLEY, Aldous. Las puertas de la percepción. Buenos
Aires: Debolsillo, 2007.
* OLIVERAS, Elena. Estética. La cuestión del arte. Buenos
Aires: Ariel, 2005.
* VVAA.Art of this entury The Guggenheim Museum and its
collection. Guggenheim Museum Publication. New York .1997.
1 Según Heidegger: “La esencia del nihilismo es la
historia en la cual del ser ya no queda más nada”
2 Una dimensión mayor al inconsciente en la psiquis
humana, ubicados en la capa más profunda de la psiquis, que se manifiesta a
través de motivos de naturaleza mitológica y simbolismos a los que Jung denomina
arquetipos: residuos primarios de la memoria, comunes a todos los individuos y
localizados en el inconsciente colectivo.
3 Jung, Carl. “Psicología y Poesía” en Obras completas,
vol 15. Madrid, Trotta, 1999. Pág.
83
4 El 6 de junio de 1943.
5 Caspar David Friedrich (1774-1840) Alemán.
6 Joseph Mallord William Turner (1775-1851) Ingles.
7 Huxley, Aldous. Las puertas de la percepción. Buenos
Aires: Debolsillo, 2007. Pág.92.
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