Grupo Teatral El Abrojo
Los cómicos peregrinos
De Adriana Tursi.
Teatro del ArteFacto. Sarandí 760,
CABA; Domingos 19:00 hs.
Dirección:
Laura Montes de Oca.
Asistente
de dirección: Federico Bramati.
Escenografía
y vestuario: Mónica Lazatti.
Música: Sebastián Zanetto.
Iluminación: Mariano Retorta.
Actúan:
Nerio Tello, María Nuñez Casal, Luciana
Bava, Luisina Fernández Scotto, Hugo Mouján, Natalia Villar, Laura Montes de
Oca y Facundo Adamo.
Hay veces en que el
trabajo de interpretación del actor me conmueve por demás. Ésta fue una de
ellas. No solo la dramaturgia, el texto, ha superado mis expectativas; también
lo ha hecho la labor, a la vez individual y colectiva, de cada uno de los actores.
Los cómicos peregrinos es una obra
que recrea el modo de representación teatral de los Misterios durante la
Edad Media. Así, fundamentalmente entre los siglos XI a XV,
la narración netamente religiosa de los llamados Misterios se desarrollaba en los espacios públicos a cielo abierto de
la ciudad, preexistentes a la obra (plazas o espacios circulares especialmente
acondicionados para ella). No tenía cabida la idea moderna del teatro a la
italiana, de separación entre realidad y ficción y de separación entre actores
y espectadores: las diferentes escenas tenían lugar al mismo tiempo a modo de interpretación simultánea y bajo la
égida del uso simbólico del espacio
(SURGERS, 2005: 48-58)[1].
En nuestra obra, si bien el espectador mantiene el rol tradicional, nos vimos
obligados a ingresar a la sala atravesando el espacio escénico hasta llegar a
las butacas. Por ese momento, sentí que yo también estaba siendo incluida en el
plan general del Misterio. De todos
modos, no fue eso lo que más me ha
impactado. Posiblemente una de las cuestiones que ha de esperarse cuando se va
al teatro es que alguna figura destaque, brille y acapare toda la atención del
espectador. Afortunadamente, esta obra me ha desterrado de tal mito que yo, y
tantos otros, solemos creer. No cabe duda que todos nuestros actores han
comprendido el significado de una escenografía
polifónica como se llevaba a cabo en la época cristiana. En este sentido, todos
somos consientes de la convención ficcional entre actor que actúa un papel para
su observador externo, y tal espectador que constituye, a la vez, al actor como
extraído de la realidad cotidiana. Sin embrago, por un momento, pensé que me
trasladaba fugazmente a esa era fantástica de la historia del teatro universal.
Ni mera referencia histórica, ni trabajo de documentación; nuestra obra constituye
una pieza compleja con todas las letras. Sin dar referencias explícitas,
todavía siguen existiendo teóricos del teatro preguntándose a si mismos si es
posible pensar en una antropología del actor, una disciplina que vincule no
solo una lingüística y una semiología, sino también un área que se cuestione
acerca del vinculo concreto entre actor, persona real y persona imaginaria, y
su cuerpo, soporte material de la interpretación. Los cómicos peregrinos se posiciona como ejemplo verdadero de la
posibilidad positiva de esta postura: el cuerpo-así como el aparato vocal del
actor- ha logrado cobrar centralidad en esta puesta, ha echado raíces firmes
sin titubeo alguno, se ha plantado y desplazado por todo el escenario de manera
precisa y en conjunto. No hubo confusiones, no hubo enredos; no existió primacía de un personaje por sobre el otro.
En oposición a la discutida idea de genio creador, desplegada ésta a lo largo
de la historia del arte desde los confines del Renacimiento; aquí todo ha
fluido a la manera de la impersonalidad medieval. No solo el contenido de la
obra refiere a un grupo de cómicos viajantes que, debido a circunstancias, se
detienen a ensayar su función. Tampoco, nuestra obra puede caracterizarse
solamente por la exquisitez del fenómeno del teatro dentro del teatro. No fue tan solo eso. La tónica medieval se ha percibido en el modo de
trabajo en conjunto entre los actores participantes, director y espacio
escénico. Si tuviera que elegir entre algo de todo lo que he dicho,
probablemente tendría que inclinarme por esta característica. No otra. Queridos
espectadores, reflexionemos acerca de la labor colectiva en cada uno de
nuestros pequeños ámbitos de la praxis vital social… ¿quién no ha soñado alguna
vez habitar una sociedad
maravillosamente orquestada, con roles elegidos
y no impuestos; con caminos de vida, metáfora de rutas de peregrinaje
medievales, no manipulados mecánicamente por las circunstancias; con plena
autoconciencia del cuerpo como instrumento para transmitir significado, con…?
[1]
SURGERS, Anne (2005). Escenografías del
teatro Occidental. Buenos Aires: ediciones Artes del Sur.
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