Acorazado de Potemkin: de
película a banda, pero con la misma contundencia.
Pelusa del ombligo, tierrita atrás
de las orejas, trapo de piso sin enjuagar, hornalla después de cocinar. Mugre, “eso que suena entre nota y nota”, es también el motor de canciones tan
bellas como pulenta. Estos tres amigos porteños supieron captar lo que otrora
fue un motín sobre un barco ruso para transformarlo en un vasto crisol de
melodías, historias y climas musicales, que luego se transforma, a su vez, en
un vivo retrato de la vida en una gran ciudad de nuestra querida Sudamérica. La
militancia que ellos rescatan e impulsan desde el rock es porque saben cuán
precisa es esa chispa que rebela a las hordas aplacadas contra la monotonía de
lo cotidiano, la explotación cruel e innecesaria.
Acorazado de Potemkin, la famosa
película de Serguéi Eisenstein, cuenta una de las primeras batallas de la
revolución rusa en contundentes imágenes de un marcado blanco y negro, masas de
gente rebelándose, para luego ser acribilladas por las fuerzas del zar. Y
también cómo el espíritu sigue vivo ante tanta crueldad, aún oponiéndose,
resistiendo, solidarizándose.
Ese espíritu que tiene que ver
primeramente con poder hacer lo que a un@ le gusta, lo que siente como propio,
personal.
No es casual el nombre que Juan
Pablo Fernández, guitarra y voz, (ex Pequeña Orquesta Reincidentes), Federico
Ghazarossian, bajo, (ex Don Cornelio y la Zona y Los Visitantes, actual Me
Darás Mil Hijos) y Luciano “Lulo” Esaín, batería y coros (también en Motorama y
Valle de Muñecas), eligieron para su banda. “Nos gustaba la película, nos
hacíamos cargo de ese homenaje. Nos gustaba cómo sonaba el nombre.” Explica
Juan.
Leí en una entrevista que también tenía que ver con recuperar cierta
cuestión militante ¿por dónde sienten que pasa la militancia en el rock?
Fede: Bueno nuestro
medio es la música, nuestra arma es la música. Yo creo que pasa principalmente
por hacerla lo más sinceramente posible, de corazón. Digamos que nuestros
filtros naturales son los instrumentos. Después se fueron sumando hechos que
decantaron, como regalar el disco. No fue algo pensado sino que fue decantando
solo. –Mugre, primer y por ahora
único disco de los Potemkin (término definido por ellos mismos como “eso que
suena entre nota y nota”) fue subido por ellos mismos a la web antes de que se
editara comercialmente.
Lulo: Hay una
militancia que no es necesariamente política que pasa por hacer lo que uno
cree.
Juan: Y después en el
hacer cotidiano todo el tiempo estás tomando decisiones, todo el tiempo te
estás poniendo, aunque vos no quieras, en una vereda u otra, cada decisión, no
quiero decir en el rock solamente, sino en un proyecto colectivo, ya sea con
quién tocar, dónde tocar, cómo tocar, cómo promocionar, cómo regalar o vender
el disco, qué contrato firmar y cuál no. Pasa que cada cosa que hacés son
impulsos y más en el rock que es impulsivo, pero ya cuando repetís una decisión
que tomaste por segunda vez se transforma en una política del grupo. Aunque más
no sea de gusto, no hace falta que haya un discurso que le de coherencia a eso,
por ejemplo: no nos gusta tocar tan tarde, no nos gusta tocar con mal sonido.
Cuando vos empezás a articular eso ahí ya se transforma en identidad del grupo
en su parte de gestión y su parte más política.
Lulo: Pero incluso en
su parte estética, tales arreglos no los hacemos, no nos gustan y no los
queremos para la identidad de la banda.
Porque de eso se trata en
definitiva, de poder hacer lo que a un@ más le gusta en comunión con otras
personas que comparten ese gusto, en hacerlo en el momento y con quienes se
siente que hay que hacerlo. Por eso opina Juan Pablo Fernández que la decisión
de Pequeña Orquesta Reincidentes al separarse fue la más atinada “Nos separamos
porque después de haber tocado dieciocho años juntos había un montón de cosas
que teníamos en común y un montón de cosas que no, que empezaron a crecer por
fuera de la banda. Había proyectos personales, proyectos solistas, cosas de la
identidad de cada uno, una banda es la suma de todos, y yo creo que en un momento
la banda no supo canalizar deseos de algunos de sus miembros, entonces dijimos
paremos acá, qué estamos haciendo, tristemente y maduramente dijimos paremos
acá”, aunque a todxs los fervientes admiradores y hasta a ellos mismos les
doliera esta separación. Pero no tiemblen fanáticos, que aún hay esperanza
“Igual a mí me siguen gustando esas canciones y sigo tratando a los chicos como
amigos, como hermanos, así que siempre está la puerta abierta para volver a
juntarnos”.
Y fue tras esta separación, en el
año 2008, que se armó Acorazado de Potemkin.
“Con Juan ya nos conocíamos desde hacía mucho, quince años” cuenta Federico
Ghazarossian.
¿Nunca habían tocado juntos?
Fede: No. Bueno sí,
tocamos para El enmascarado, que era una banda de monstruos.
Lulo: Pasa que como
estaban enmascarados no se reconocieron.
Bromean y siguen con la
explicación de los orígenes de Acorazado.
Fede: Juan tenía unos
temas que empezamos a armar juntos y ahí él lo conoció a Lulo.
Lulo: Yo lo conocí a
Juan en el jardín donde llevábamos a nuestros hijos, tocamos juntos en un
encuentro musical de papás y ahí quedamos enganchados.
Juan: Mágicamente en
el jardín había un bajista, un baterista, un trompetista, entonces para el día
de la música se armó un set para los niños. Y es que a los chicos les gusta
mucho el punk. Y ahí yo dije “tengo que tocar con este tipo”.
Lulo: Y yo que en ese
momento ya estaba tocando en dos bandas dije “todavía tengo tiempo libre”, y
como eran gente con trayectoria de alguna manera para mí era como subir un escalón.
Nos juntamos y se armó de toque, vimos que la cosa sonaba, y yo vi que no eran
gente muy rara ni nada así que...
Y ese mismo espíritu de grupo que
había en Pequeña Orquesta Reincidentes, es el que se respira en Acorazado de
Potemkin. Cuando un@ los escucha no se puede
decir que un músico acompañe a otro, sino que los tres se transforman en una
misma cosa, y
nunca sabés cuando la voz de Lulo, desde atrás de los platos, va sumarse a la de Juan, porque por ahí ni siquiera es en el estribillo
de la canción, y si es en el estribillo quizás no es en todas las frases.
Acorazado tiene esa magia que pocas bandas tienen de por un lado mantenerse
estrictamente dentro de un género, “nos fascinaba esto de volver a hacer rock,
del power trío” dice Juan, quien venía de la fusión y los instrumentos raros
con los Reincidentes, y sin embargo ser siempre originales, “esa es otra
militancia, tratar de promover que cada uno sea original, que cada uno haga
algo personal, que encuentre su manera” agrega. “Las influencias están
–responderá más adelante Federico sobre cuáles consideran que son sus
principales influencias– pero después te separás. Yo no reniego para nada de
las influencias, pero creo también que cuando uno ya consolidó su instrumento,
su herramienta de trabajo, vas personalizando eso, ya no decís quiero tocar
como John Paul Jones.” “Claro, por ahí es al revés, decís a qué no me quiero
parecer, a qué no quiero que suene lo que estoy tocando” agrega Lulo.
Esta originalidad que puede verse
tanto desde la música como, quizás principalmente, desde las letras. Porque
Acorazado de Potemkin además de ser una banda sólida y personal desde lo musical, tiene la virtud de
sonar contundente y original también desde la poesía, escapando de las
temáticas habituales del rock, con imágenes y metáforas propias, dándole voz a
personajes marginales en temas como La
Carbonera o Gloria, pero dándole
lugar también a la simpleza e ironía en
temas como Los Muertos. “Todos tienen algo que envidiarle a los
muertos /no trabajan, no se cansan, no les duele más la panza” Letras que
resuenan, algunas más claras y otras más crípticas, pero que siempre aunque no
las lleguemos a comprender del todo nos remueven algo en el fondo, nos identifican e incluso nos interpelan “en algo vos y yo nos parecemos /la misma
sed, el mismo otro lugar /en algo vos y yo nos parecemos /andar buscando
revancha /algo que salió mal, la primera vez /algo no funcionó, la primera vez”. Claro, por lo menos a tod@s aquell@s que
buscamos un camino personal. Aunque “vos viste como es en el juego con la
palabra, siempre hay una ambigüedad, entonces es difícil imaginar qué va a
pasar, no todo el mundo la toma igual, por ahí viene alguien y te dice ‘porque
en tal tema cuando decís…’, y no, no era eso lo que quería decir, pero igual es
interesante porque te abre una puerta” opina Federico.
Otra de mis favoritas:
“Una vez prendí fuerte la televisión /así nadie preguntaba nada /y la
pantalla atrajo mil insectos voladores/ de todas clases y se armó un pequeño
caos//y alguien escribió que eso era una rebelión /lo publicó y luego me
premió/ y ahora beca me regala el doberman que dice “no hay más nosotros”.
Así reza la letra de Desert, segundo tema del álbum, y parece
resumir en cierta forma el dilema de muchos artistas frente a la “industria
cultural”, ese doberman, que premia o no premia, y de ese modo va absorbiendo a
aquellos artistas “revolucionarios”, para hacerles perder precisamente todo su
poder revolucionario.
Sin embargo no es lo que les ha
pasado a estos tres artistas, que siempre han logrado abrirse un camino medio
al margen de esta “industria”, quizás por cierto desinterés de la industria, no
lo sabemos, pero lo cierto es que los Potemkin encuentran sus propios canales
para hacerse escuchar. “De repente parecería que la gran industria cultural, no
digo los pequeños sellos independientes, terminaran siendo un obstáculo para el
contacto con el público, es esa idea de exclusividad, quién puede tener el
disco, quién no, y es algo contrario a lo que para nosotros es el rock, que es por
lo que siempre quisimos hacer música, para tocar con amigos, que a la gente le
guste la música, que cante los temas”, responderá Juan Pablo Fernández a la
pregunta de qué piensan de la “piratería”. “A mí me parece bárbaro. Que la
música sea libre. Los discos básicamente son un beneficio para la industria,
quizás algún que otro músico pueda ganar más, pero el negocio en sí mismo es de
la industria.” opina Federico Ghazarossian.
Y es que Internet abrió todo un
mundo para que la gente se comunique sin la necesidad de que haya un inversor
“Hubo un momento a principios del 2000 que nos dimos cuenta que bueno, no había
que esperar a que vengan a ponerte la plata, uno puede hacer las cosas uno,
como el do you self del punk, rescatar eso de los '70” dirá Lulo. “Y
decís si lo hago yo ¿qué pasa? Tenés la contrapartida de que hay más tiempo que
no estás haciendo lo que te gusta, pero te pone en un lugar” agrega Juan. De la
gente a la gente misma, abriéndose puertas. Es así cómo logra Acorazado llegar
también al interior del país. “Claro, por ahí es como que la primera puerta te
la abrís vos. Primero arranca de uno que le rompe las bolas a otro de allá para
que haga la movida, por ahí a alguien que conocías de antes. Pero después dicen
"y los Potemkin estuvo bueno la otra vez que vinieron, llamalos"
–dice Lulo–. Lo que tiene que pasar es que alguien se cope y encuentre la
manera de llevarte, que se entusiasme y entusiasme a la gente para que se
articule una cosa y te quieran traer, no es que vamos, nos llevan.”
Alguien que los aloje.
Fede: Que nos dé de
comer... En un punto se articula más la cosa que cuando estaba en una
productora.
Por supuesto, hoy por hoy la
tecnología lo permite y lo fagocita mucho más, pero también hay artistas
predispuestos a explorar estas opciones y con la cabeza puesta más que nada en
compartir su arte que en sacar un rédito económico de él, sin desmerecer por
supuesto la necesidad fáctica que todo ser humano de clase trabajadora tiene de
obtener una retribución económica por su trabajo. “Hay que honrar siempre el
trabajo, hay que tratar de que todos ganemos, pero si no hay una chispa que
enciende algo, si no hay una motivación, eso no va a ocurrir” dice Juan Pablo. “Si uno no pone corazón, no pone
huevos” completa Fede.
Es por eso que Acorazado de
Potemkin, ante la perspectiva de que Mugre
demorase más tiempo en salir decidió subirlo a la web y que la gente pudiera
bajárselo gratis “Terminamos de grabarlo y mezclarlo y tuvimos un par de
reuniones con un par de sellos, pero era como que el disco nos quemaba en las
manos y dijimos vamos a regalarlo –cuenta Lulo– Mugre al final tuvo
14.000 bajadas antes de que salga el disco. ¿Qué, tengo que vender 14.000
discos? ¡Es imposible!” “Y al final sentimos que no hubo ningún conflicto, que
no hay ningún conflicto entre el disco gratuito y el disco editado. De hecho
como al final la edición salió un año después hicimos una edición de lujo, con
una cajita, algo especial, y ya se agotaron los mil discos que hicimos.”
Comenta Juan.
¿Y el próximo disco lo piensan sacar igual?
Juan: Sí, anfibio.
Volviendo al tema de las letras,
tanto Juan Pablo Fernández como Federico Ghazarossian escriben “Para mí tienen
un montón de importancia las letras, a la hora de subirte al escenario tenés
que sentir lo que estás diciendo. Igual somos muy respetuosos de la canción y
de la melodía, aunque sean algo muy distintivo yo siento que las letras no
tienen que ser más que la melodía, si por ahí hay que reescribirlas para que
entren con una melodía se reescriben.”opina Juan “Yo creo que en el rock y la
música cantada en general son muy importantes las letras, y que la música tiene
acompañar el peso de la palabra. Si no haríamos música instrumental. Yo me crié
mucho leyendo y con muy poca televisión, leyendo comics, Mutantia y esas
revistas que te queman la cabeza, y trabajar mucho la imaginación, no jugábamos
a la play, jugábamos con dos boludeces, agarrábamos dos piedras y hacíamos un
castillo, un mundo” explica Federico.
Esa cosa arcaica, primitiva, es
otra de las cosas que se respira en la música de estos tres hombres, que han
tocado de todo pero nunca se han dejado seducir por la eléctronica, por el
contrario si eligieron hacer un viraje en sus carreras en algún momento, tal es
el caso de Federico Ghazarossian, fue hacia lo acústico. Enojado con el mundo
del rock, y particularmente con Palo Pandolfo (quien sí se ha dejado seducir
por la electrónica, ya en su segundo disco solista Antojo y en el flamante y excelente Esto es un abrazo), tras la separación de Los Visitantes Ghazarossian
colgó el bajo eléctrico por un tiempo para dedicarse a estudiar contrabajo,
instrumento con el que tocó en varias orquestas de
tango, y con el que desde hace más de diez años toca en Me Darás Mil
Hijos, banda hermana de Reincidentes (musicalmente, porque aunque más acústicos
y menos dark también fusionan un montón de géneros musicales, pero también
sanguíneamente, ya que dos de sus integrantes son hermanos de Juan Pablo
Fernández).
Hay una búsqueda en Acorazado de
Potemkin que tiene que ver con volver a las fuentes “Hay algo que no cambia, siempre todo empieza con tres chaboncitos
que se ponen en una sala a tocar, eso no cambia nunca, eso es el rock.” dice
Lulo, y Juan afirma “Sí, creo que esa es una de las cosas más lindas que nos
pasó, yo quería volver a reencontrarnos con esa célula chiquitita. Él
–Federico– venía de vender 40.000 discos, de tocar en lugares grandes y de
repente ahora de nuevo fue ‘mirá, nos invitaron a tocar a Córdoba pero no sé
cuánto hay’ y agarramos las cosas y nos fuimos para Córdoba. Y creo que no hay
que perder de vista eso.”
Y aunque usan y veneran las
ventajas de Internet en esto de abrir puertas también le critican otras “El
público de repente también se envagueció, porque ve primero el video por
internet, antes por ahí iban a ver una banda porque les llamaba la atención el
nombre, o se recomendaba de boca en boca, y era una sorpresa. Ahora ya ves todo
por internet antes de ir a verlo en vivo” argumenta Fede. “Claro, antes estaba
esa cosa de ir a un lugar porque tocaban bandas y por ahí ni saber con qué te
ibas a encontrar” concuerda Juan.
En estas épocas donde todo parece
transcurrir a través de Internet, donde la gente se relaciona mucho más por
facebock que cara a cara, donde hay tantos músicos que se conforman con grabar
sus temas en casa y subir el videíto estos muchachos siguen creyendo que el
quid de la cuestión está en el vivo. “A mí me gusta tocar, me gusta tocar la
batería.”.
Aunque también sienten que otro
importante momento es el de sentarse a componer, mientras que “la situación de
grabar por más que busquemos la forma más linda siempre es más fría” piensa
Lulo.
¿Y cómo es ese momento
de componer, cómo surgen las canciones de Acorazado de Potemkin?
Lulo: Y hay como dos
tres métodos.
Juan: A cada uno le
surgen no sabemos dónde.
Lulo: Por ahí viene
él –Juan– con una línea de guitarra y una línea melódica o él –Federico– con
una letra armada y una base de bajo y empezamos a tirarle cosas encima y ahí se
arma esa chispa que dice Juan y después la canción te va pidiendo. El tema es
poder darse cuenta de qué te pide la canción para que llegue a un lugar lindo.
El momento de hacer temas nuevos también es muy lindo, no sólo tocar, hay mucho
entusiasmo.
Fede: Es ver qué sale
personal de cada uno y después estás afilando las partes, las uniones, el
redondeo, después hay temas que son muy rápidos y temas que se van
desarrollando con el tiempo. Mugre tiene mucho trabajo de ensayo y mucho
trabajo de tocado en vivo, fueron dos años y medio de tocarlo en vivo. Cuando
entramos a grabarlo ya estaba totalmente cerrado desde la composición, la
interpretación.
Lulo: También es muy
importante la interacción entre los tres para lograr el clima que estamos
tratando de transmitir, entonces el hecho de tocar y tocar y tocar es lo más
importante para lograr eso, tenés que tener bien claro lo que está haciendo el
otro, tener una oreja en lo tuyo y otra en los demás.
¿Hay canciones que a ustedes les hayan gustado y después no tuvieron la
respuesta que esperaban en el público?
Fede: No, todo lo contrario, a mí hubo cosas que me
sorprendieron, como Puma Thurman, me
sorprendió cómo lo recibió el público, lo que yo pensaba que iba a pasar, y que
pasó también, con Los Muertos, por
eso de que parece que la cantara un nene; en cambio Puma Thurman, que era un tema medio oscuro, desde la letra, y como
estaba tratado musicalmente... y pasó que la frase de guitarra la corean ya, y
está buenísimo, porque ahí es cuando pasa eso de que el público se adueña del
tema y lo usan como bandera de ellos.
¿Qué otras cosas hacen además de tocar y cómo sienten que estas cosas
influyen a la hora de sentarse a hacer música?
Juan: Yo trabajo en
gráfica, también saqué un libro de poesía y trabajé con la Ricardito –revista
literaria con formato de libro–, ahora formo parte de un taller literario
llamado "Yo no fui", pero me gusta más definirme como letrista. Con
el tiempo uno se va definiendo. Uno va encontrando el lugar donde se siente
más... no digo seguro porque también hay riesgos, pero el lugar donde uno
quiere crecer.
Lulo: Yo en el 2008
cuando los conocí dejé mi laburo que tenía desde hacía mucho, soy técnico
electrónico, como que dije si no largo esto y me meto de lleno con la batería
no voy a poder, ahora sólo laburo con cosas que tienen que ver con la batería,
toco con Potemkin, con Valle de Muñecas, con Motorama, y soy técnico de
baterías en un estudio de grabación, afino baterías en estudio, el año pasado
ayudé a grabar a cincuenta bandas. Puedo decir que vivo de la música.
Juan: Y sí, siempre
influyen las otras cosas que hacés, aunque uno no sé de cuenta en el momento,
estar en contacto con la gente, con tus propios desafíos, también están las
cosas de la vida personal como el nacimiento de un hijo.
Lulo: Yo al estar en
contacto con tantas bandas es como que aprendés todo el tiempo, siempre aprendo
algo nuevo, de las cosas que me gustan y las que no, te abre una paleta de
colores para aplicar después a la banda.
Fede: Yo trabajo de
todo, obvio de que trato de centrar la cosa en la música, de trabajar de
músico, pero hay veces que no alcanza, entonces salgo a vender pinceles de
brocha y rodillos para pintar paredes, he trabajado con muestras de coches, de
jardinero, si me pagaban para estar parado en una esquina seguro que lo hacía,
pero no me puedo quejar, el último año estuve trabajando mucho de músico, he
estado tocando como en cinco bandas. Y sí, las veces que me toca trabajar de
algo que no es la música igual siempre estoy pensando en música, siempre te
aparecen cosas, o por ahí estoy en mi casa cocinando y te aparece el arreglo en
la cabeza.
Lulo: Yo no sé si hay
mucha gente que se imagina que a los músicos les sucede eso.
Fede: Yo me subo al
bondi y estoy pensando en un ritmo o pensando en palabras.
¿Y qué bandas escuchan
actualmente, que bandas siguen?
Pez, Flopa, Falsos Conejos, Alejo
Vintrob, Norma, Riel, Mujercitas Terror, Persona.
Y por último ¿qué proyectos
tienen a futuro?
Fede: Estamos
componiendo. Hubo un tiempo en que no teníamos sala –la banda alquila
mensualmente una sala de ensayo en el barrio de Parque Chas, lugar donde esta
cronista tuvo el placer de realizar la entrevista, a mediados de agosto de este
año, en clima muy amistoso y distendido mientras Lulo cebaba mate– y estábamos
tocando todo el tiempo, ensayábamos para el show.
Juan: Ahora nos vamos
a guardar dos o tres meses para poder componer el nuevo disco y hasta noviembre
no vamos a tocar en Buenos Aires. El 9 de noviembre ya tenemos una fecha en el
Salón Pueyrredón.
El 9 de noviembre ya pasó y
Acorazado de Potemkin llenó el Salón, y nos deleitó con ocho canciones nuevas
que tocaron al hilo, ocho canciones que continúan el espíritu de lo que fue el
primer disco y seguramente formarán parte del próximo, que esperamos
ansiosamente, abriendo y cerrando el show con los temás más clásicos de Mugre
que el público coreó a voz en cuello y pogueó dejando gruesas gotas de
sudor, casi tan gruesas como con las que los músicos mojaron el escenario.
ANAHI FERREYRA
REVISTA ARTEXTO N 6
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